LA VOZ DE GUIPUZCOA
DIARIO
REPUBLICANO. SAN SEBASTIAN 28 DE OCTUBRE DE 1892
Año VIII Núm. 2.733
EL
SINIESTRO MARITIMO DE AYER
Imposible
describir el triste cuadro que presentaba ayer el barrio donde viven nuestros
bravos pescadores. Aquellos lamentos, aquellos gritos de dolor partían el
corazón.
Para que
el desastre sea mayor, de boca en boca corría ayer el rumor de una noticia que
quiera Dios no se confirme. Uno de los vapores del Sr. Mercader el Mamelena número 12, tripulado por nueve
hombres, debía haber regresado de la pesca el domingo de la semana última y
anoche no había ninguna noticia de él. Desgraciadamente es muy de temer que
también ese vapor se haya perdido.
Ante este
desastre, los nobles hijos de éste pueblo, no deben pensar más que en una cosa;
en aliviar la suerte de las desgraciadas familias de los naufragados. Ahora,
como siempre, San Sebastián sabrá cumplir con su deber, llevando los hermosos
consuelos de la caridad a la triste mansión donde lloran su desgracia la esposa
atribulada y el niño que se ve sin padre.
La Voz de
Guipuzcoa abre una suscripción, e invita a todo el vecindario que alivie, con
sus sentimientos caritativos la desgraciada suerte de las familias de los
náufragos.
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La Voz de Guipuzcoa……………………500,- pesetas
La
aterradora noticia corrió por San Sebastián como la velocidad del rayo,
impresionando penosamente a todo en vecindario.
Prescindiendo
de lamentaciones y emocionados aún por el relato del naufragio que se nos ha
hecho por los marinos que de él se salvaron, vamos a referirlo tal y como la
emoción nos lo permita, si posible nos es coordinar todos cuantos informes
hemos adquirido, dedicando a ello todo el espacio necesario.
LA PARTIDA
Se efectuó
en la madrugada de ayer al despuntar la aurora: el mar estaba magnífico; la
trainera iba gobernada por el intrépido patrón Luis Carril y tripulada por doce
de los valientes marinos de este puerto. Nada hacía presagiar el horrible
siniestro marítimo.
Al mismo
tiempo que esta, otras embarcaciones salieron del puerto, pero todas tuvieron
la fortuna de regresar en buen estado.
La lancha
de Carril se adelantó a las demás. Al llegar a alta mar y después de recorrer
el Cantábrico en dirección NS buscando infructuosamente algún banco de bocarta,
se dispuso a volver al puerto con solo cuatro bonitos que habían logrado
pescar.
EL NAUFRAGIO
Viró la
lancha, se izó la vela para efectuar el regreso a favor de viento y la pequeña
embarcación tomó el rumbo de nuestro puerto.
¡Que
ajenos iban sus desventurados tripulantes del triste fin que les aguardaba!
Aproximadamente
sería la una de la tarde cuando hallándose a menos de diez millas de la costa,
una ráfaga de viento formando remolino arrolló a la pequeña embarcación.
Carril se apresuró a arriar el escate
(cuerda que sirve para gobernar la vela)
pero bien
fuera porque la maniobra no fue hecha con oportunidad o por la impetuosidad del
huracán, la lancha zozobró quedando la quilla al sol.
Aquel
instante fue supremo. Los unos nadando y los otros asiéndose a las bandas de la
trainera náufraga, pudieron quedar a flote.
Algunos de
los náufragos lograron montarse sobre la quilla, pero al intentar hacer lo
mismo los demás se hundió la lancha y otra vez volvieron a correr grave riesgo
sus vidas.
HORRIBLE SITUACION
Es
imposible describir aquellos momentos de angustia. Se pensó en volver la
embarcación y achicar el agua, pero esta operación era de difícil realización,
por el fuerte oleaje que reinaba.
A los
quince minutos de ocurrir el naufragio desaparecía entre las aguas la primera
víctima del agitado Cantábrico, después de haber luchado contra el mar. A este
siguió otro marino que se despidió de la vida exclamando el ¡Pobres de mis
hijos! Los náufragos seguían luchando valientemente con las olas. Varias veces
lograron subir sobre la quilla, pero otras tantas fueron arrojados por las olas
lejos de la trainera en la cual cifraban su salvación.
El
valiente Carril habíase desembarazado de las ropas desde el primer momento y
esto le permitía nadar con gran soltura y mantenerse a flote sin apoyo ninguno.
Cuando veía decaer a sus marinos los animaba con frases enérgicas diciéndoles
que no tardaría en acudir alguna lancha en su auxilio.
Un golpe
de mar arrolló a los náufragos que se hallaban asidos a la lancha y cuando
estos volvieron a la superficie se notó la desaparición de otros dos. El terror
se iba apoderando de los náufragos que ya consideraban imposible su salvación
cuando una vela rasgó el horizonte.
¡LANCHA A
BARLOVENTO!
Esta es la
exclamación que salió de aquellos infelices, que, cansados de luchar empezaban
a abandonarse a la suerte. Una lancha que navegaba a merced del viento, se
acercaba. Renació en ellos la esperanza y hasta se consideraban salvados; pero
¡oh decepción! La lancha de la vela pasó a barlovento, bastante distanciada, y
no pudo divisar a los infortunados
marinos. Quisieron gritar, pero no tenían fuerzas. El denodado pescador Asensio
Landaberea (uno de los que se han salvado) levantó un remo a cuyo extremo había
colocado una blusa.
Los que
tripulaban la lancha de la vela no debieron apercibirse de las señales hechas
por los náufragos, pues la embarcación siguió su rumbo sin detenerse. ¡Que
cuadro más desgarrador! ¡el océano amenazando sepultar en sus abismos a
aquellos heroicos marinos que se veían envueltos por las olas y estos
defendiéndose contra los embates del mar! Carril, que constantemente estuvo
infundiendo valor en su gente se sentía desfallecer por momentos, rendido por
la fatiga. Poco antes de perecer se dirigió a los que sobrevivían y les dijo
“si nos salvamos iremos todos al Santuario de Lezo a decir una misa al Santo
Cristo”. El infeliz empezó a delirar poco antes de las tres de la tarde. Así
fueron despidiéndose de la vida hasta nueve de los náufragos.
¡Todos
tuvieron palabras de recuerdo para sus mujeres e hijos, en la suprema hora de
bajar a las profundidades del mar!
El marino
José Joaquín Landa cuando comprendió que estaba próximo su fin dijo a sus
compañeros: “para mi todo ha terminado; me siento morir; voy a rezar el Señor
mío Jesucristo. Pocos momentos después se iba al fondo. Fue la última víctima.
¡SALVADOS!
De los
trece tripulantes de la lancha náufraga, solo quedaron cuatro y estos en trance
“apuradísimo”.Pues la situación iba siendo cada vez más crítica.
A las
cuatro de la tarde fueron divisados los náufragos por la lancha calera Avelina patroneada por el conocido
marinero Francisco Iturrioz (Pólvora), quien recogió a los cuatro náufragos que
sobrevivieron a la catástrofe marítima. Un cuarto de hora antes de ser estos
auxiliados habían perecido los pescadores Juan María Taberna y José Joaquín
Landa. Igual suerte les hubiera cabido a dos de los marinos salvados de haber
sido socorridos unos minutos más tarde, pues se encontraban extenuados por la
fatiga.
DE ARRIBADA
Como muy
pocos o ninguno eran los cuidados que podían prestarse a los náufragos a bordo
de la Avelina, los tripulantes de
esta embarcación remaron con la premura que el caso requería y a las cinco y
media entraban en la boca de nuestro puerto.
Al atracar
a los muelles la lancha calera Avelina, algunos
pescadores se acercaron a la escala atraídos por la noticia que se divulgó tan
pronto como la Avelina se encontró
entre muelles.
En los
enjutos semblantes de los náufragos, se pintaba lo mucho de debieron sufrir.
Estos fueron conducidos a sus domicilios y asistidos con solícito cuidado por
el médico señor Oa.
LAS VICTIMAS
Luis
Carril.
—El malogrado patrón Carril, nació en San Sebastián el 25 de agosto de 1846,
teniendo por tanto, 46 años. Fue hombre de apacible vida, que prefería pasar el
tiempo en el mar a sentir la nostalgia en tierra. Su aspecto físico era el de
todo marino, más bien delgado que gordo, en su curtido rostro se veían
retratadas las huellas que dejan las penosas tareas de pescador y su mirada
viva e inquieta demostraba bien a las claras ese perspicaz golpe de vista con
que está dotada la gente de mar, de estatura baja y un tanto cargado de
espaldas, era una de esas figuras que, sin ser muy agradables inspiraban vivas
simpatías a todas las personas. Siempre ha residido entre nosotros, y esto no
obstante, rara vez se le veía en los sitios públicos de nuestra ciudad, pues
jamás, o en muy contados casos salía del barrio de Jarana.
El
castellano le era muy poco conocido y el vascuence cuando lo hablaba lo hacía
muy despacio contra la costumbre de los naturales del país que suelen hacerlo
eléctricamente.
A los 17
años tenía fama de ser uno de los mejores remeros de nuestro puerto. Por
aquella dichosa edad tomó parte en algunas regatas. Recordamos que recibió su
bautismo de sangre en el célebre regateo verificado en Zarauz en honor de la
reinas Isabel Il hará 28-29 años (fijarse en la fecha del diario). En esta
lucha fue ganadora la trainera donostiarra, de cuya tripulación formaba parte.
Más tarde luchó en Hendaya contra los marinos de Pasajes de San Pedro, pero
hubo de anularse la regata por haber
surgido algunas diferencias entre los
contrincantes.
Al
comenzar la última guerra civil (carlista) y en unas regatas habidas entre los
marinos de Orio y San Sebastián, tripuló por vez primera como patrón la lancha
de los donostiarras; también alcanzó el triunfo y a partir de esta fecha ganó
de victoria en victoria, pues otra segunda regata celebrada con los mismos
marinos el 78, también fue ganada por él. El primer año que visitó la Reina
Regente estas playas, ganó las regatas que en honor de la familia Real se
verificaron en nuestra bahía. En 1889, jugó
contra Pasajes de San Pedro y San Juan, en las que también alcanzó el
triunfo, de estas nacieron otras de desafío entre San Sebastián y Pasajes de
San Juan, de las que salió vencedor. También alcanzó el primer premio en las
regatas celebradas el verano del mismo año. Por último en el memorable regateo
celebrado el 2 de Diciembre de 1890 entre ondarreses y donostiarras, alcanzó un
gran triunfo.
Luis
Carril tenía el propósito de abandonar las faenas del mar, tan pronto como se
terminara las costera de la Bogart. Era casado y dejó a su viuda con tres hijos.
Descanse
en paz el valiente y noble marino donostiarra.
José
Joaquín Landa.
—Era casado y dejó a su viuda con dos hijos. Fue uno de los que acompañaron a Carril
en la regata ganada a los ondarreses.
* * *
José
Beovide.
—también casado deja cuatro huérfanos. Formaba parte de la tripulación de la Ni naiz en las regatas reñidas contra
los ondarreses.
* * *
José
María Taberna.
—Era casado y no deja familia. Fue también en unión de los dos anteriores a las
regatas citadas.
* * *
José
Miguel Egaña.
—Deja a su mujer con una niña en la mayor orfandad.
* * *
Mariano
Blanco.
—Era el de más edad de la tripulación. Deja a su desconsolada viuda con seis
hijos.
* * *
Luciano
Sansinenea.
—Era soltero y cuñado del infortunado Taberna.
* * *
Francisco
Aguirre.
—Era el más joven de la tripulación y soltero; triste coincidencia su padre
pereció también víctima de las iras del mar.
* * *
Manuel
Uribe.
—Era casado, su desconsolada esposa queda con cuatro criaturas.
LOS NAUFRAGOS SALVADOS
Los
pescadores que logró arrancar de las iras del mar el heroico Pólvora y la
tripulación de la Avelina, son los
siguientes: Ramón Echenique, Lorenzo Ituarte, Pedro Galdós y Ascensio
Landaberea.
Anoche los
visitamos a todos y nos pareció que ninguno de ellos ofrecía cuidado.
El Ituarte
y el Ladaberea tienen algunas contusiones ocasionadas al ser lanzados por las
olas contra la lancha.
El
Landaberea nos refirió todos cuantos detalles hemos citado. En algunos casos
presenciamos escenas desgarradoras, que hicieron brotar lágrimas de ternura a
cuantos las presenciaron. El Alcalde visitó también a los marinos que se
salvaron del naufragio.
TERRIBLE CONTRASTE
Por esta
época, comenzaron a cruzarse las cartas entre marinos donostiarras y ondarreses
para concertar las memorables regatas del 2 de diciembre de 1890.
Hoy, todos
los que miraban con interés los preliminares de aquella lucha náutica, se
lamentan del triste fin que han tenido algunos de aquellos campeones y se
compadecen de las familias que lloran la pérdida de algún ser querido que
contribuía con los productos de su ruda faena al sostenimiento del hogar.
SESION EXTRAORDINARIA
El
Ayuntamiento celebrará hoy sesión extraordinaria a petición de nuestros amigos
los Sres. Luzuriaga, Echeverría (D. F.), Acha, Isla, Nerecán, Samaniego, Güemes, Astigarraga, Otero
y Elósegui, para tratar de remediar en lo posible tan terrible desgracia. La
iniciativa es digna de aplauso y honra a los que la han llevado a cabo.
LA LANCHA AVELINA
¡Triste coincidencia!
La lancha calera Avelina, que salvó a los cuatro náufragos fue ganada a los ondarreses
en una travesía que se concertó al celebrar las regatas de Lekeitio.
EL CLUB CATÁBRICO
Este
aristocrático Club inició anoche mismo una suscripción en favor de las familias
de las victimas de este siniestro marítimo encabezándola con 5oo pesetas. Esta
suscripción, apenas iniciada, ascendía a 1.025 pesetas.
También
las demás sociedades donostiarras acudirán en socorro de las familias que han
quedado en el mayor abandono.
EL VAPOR “MAMELENA”
Todo hace
presentir que el vapor pesquero “Mamelena número 12” haya naufragado. Hasta las
tres de la madrugada no se tiene noticia alguna de dicho barco. Como hace cinco
días que no se tiene noticias de dicho vapor, se cree que otra nueva desgracia
viene a causar más víctimas entre los bravos marineros de San Sebastián. El
vapor “Mamelena 12 “perteneció al Señor Tutón que lo dedicaba también a la
pesca. Entonces se llamaba Donostiyá.
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