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1ª JUNTA CELEBRADA EN ZUBIETA TRAS EL INCENDIO DEL 31 DE AGOSTO DE 1813 ACTA 1ª JUNTA CELEBRADA EN ZUBIETA DESPUES DE TOMADA, SAQUEADA E INCENDIADA LA CIUDAD POR LOS INGLESES Y PORTUGUESES Y ESTANDO AUN ARDIENDO SUS EDIFICIOS. ACTA 1ª En la Comunidad de Zubieta y su casa solar de Aizpurua, jurisdicción de la M. N. y M. L. Ciudad de San Sebastián a ocho de Septiembre de mil ochocientos trece, se juntaron y congregaron previo mutuo aviso y acuerdo viniendo desde Pasajes, Orio, Usurbil e Igueldo donde se hallan provisionalmente con sus familias, los señores D. Antonio de Bengoechea y D. Manuel de Gogorza Alcaldes y Jueces ordinarios Don José Santiago de Claessens, Don José María de Eceiza y Don Joaquín Bernardo de Armendáriz, Regidores y Síndico del Ayuntamiento de la misma Ciudad y D. Joaquín de Aramburu Prior del Ilustre Cabildo Eclesiástico, D. Joaquín Santiago de Larreandi y D. Joaquín Pío de Armendáriz Presbíteros Beneficiados, D. Joaquín Luis de Berminghan, D. Bartolomé de Alzaga, Prior y Cónsul del Ilustre Consulado, D. José María de Soroa y Soroa, D. Evaristo de Echagüe, D. José Elías de Legarda, D. José Ignacio de Sagasti, D. Sebastián Ignacio de Alzate, D. Francisco Antonio de Barandiarán, D. Rafael de Bengoechea, D. Manuel de Riera y D. Domingo de Galardi, todos vecinos de dicha Ciudad a una conmigo el infrascrito Secretario de Ayuntamientos de la misma, no habiendo asistido otros muchos por no habérseles pasado aviso a causa de ignorarse su paradero por la total dispersión del vecindario y después de un gran rato de triste y profundo silencio interrumpido por los sollozos y lágrimas excitadas al verse reunidos los Señores concurrentes, pálidos, macilentos, traspasados de dolor y desarropados los más, hablaron alternativamente los dos Señores Alcaldes aplaudiendo el celo patriótico que manifestaban todos estos Señores con haberse reunido aquí abandonando sus familias y olvidando sus particulares desgracias, a tratar del partido que había de tomarse en estas tristes circunstancias a favor de todo el vecindario y agradeciendo los parabienes que con lágrimas y con la efusión más sincera de sus corazones les dieron los que no habían estado dentro de la Plaza durante el sitio por haber salido con vida dichos dos Señores Alcaldes, Síndico y Presbítero Beneficiado D. Joaquín Santiago de Larreandi, pidieron que se ocupase desde luego el Congreso acerca de los medios que debían adoptarse para reunir al vecindario y tratar de reparar sus pérdidas, si es que podía repararse tantas muertes, heridas, violaciones de mujeres de todas las edades, saqueo total de cuanto encerraban las casas, tiendas y almacenes, y por último el incendio general de toda la Ciudad que aún en este día y en este momento mismo continuaba desde el anochecer del treinta y uno de Agosto en que principió; siendo lo más sensible y doloroso que todas estas muertes, heridas, violaciones, saqueo total e incendio hayan sido causados por las Tropas que tomaron por asalto la Plaza, por los ingleses y portugueses nuestros aliados, que habiendo sido recibidos cuando ganaron la brecha, por los habitantes de la Ciudad, con vivas y aclamaciones, correspondieron bárbaramente con fusilazos y se entregaron enseguida la noche del treinta y uno y en todo el día siguiente a los mayores desórdenes y horrores, de modo que todo el vecindario tuvo que huir el primero y dos del corriente despavorido y medio desnudo; y aún los dos Señores Alcaldes hubieron de hacer lo mismo por salvar sus vidas viendo que cuantos esfuerzos hicieron con los ingleses y portugueses para contener las muertes, violaciones, pillaje y fuego de las casas eran inútiles e infructuosas. El Congreso sin embargo de hallarse atónito, asombrado y fuera de sí con la horrorosa catástrofe que ha presenciado y con de la vista desnudez y figura cadavérica en que han salido cuantos se hallaban dentro de la plaza por el atroz y bárbaro trato de los ingleses y portugueses; y a pesar de la miseria en que hallan todos los que lo componen, por haber perdido cuantos bienes poseían a resulta del saqueo y subsiguiente incendio, olvidando en este momento sus particulares infortunios, recordó que en diversas anteriores épocas se ha abrasado la Ciudad de San Sebastián enteramente por incendios, aunque casuales y que no obstante, por la constancia y amor de los habitantes a su nativo suelo ha vuelto a repoblarse hasta el punto de opulencia y esplendor que la hicieron célebre y famosa en ambos Hemisferios, utilísima al Estado y muy amada de los Reyes por sus distinguidos servicios, convino en que imitando la magnanimidad de sus antepasados sin abatirse por la espantosa calamidad presente, se debían poner todos los medios imaginables para la más pronta repoblación de la Ciudad; y considerando que el medio más eficaz de que no se disperse y emigre a otras Provincias la parte del vecindario que se ha salvado de la furia de los Anglo-Lusitanos de conservar siquiera los Templos, y algunas casas; atraer los habitantes, reedificar la Ciudad y conseguir del Gobierno algunos auxilios, es la creación de un Ayuntamiento que reúna la voz, representación y derechos de todos los vecinos y lleve el nombre de la Ciudad de San Sebastián para que suene su existencia política, ya que ha desaparecido la física por su quema total, resolvió de común conformidad y ante todas cosas escribir con Propio a la Diputación Provincial que reside en Tolosa, la carta siguiente firmada por todos los que componen el Congreso. “Habiéndonos congregado en esta Comunidad de Zubieta, jurisdicción de la “Ciudad de San Sebastián los infrascritos Alcaldes, Regidores, Secretario del “Ayuntamiento de la misma Ciudad, los demás vecinos notables, Prior y Beneficiados del “Cabildo Eclesiástico, no habiendo vuelto aún del asombro que nos ha causado la “destrucción total de nuestra Patria, y sus atroces circunstancias, considerando que el “punto principal que debe llamar nuestra atención es que el pueblo no se disperse y que “conserve su representación y Ayuntamiento, recurrimos a la protección de V. S. para que “se sirva rehabilitar a los individuos del Ayuntamiento último para ejercer interinamente “sus funciones y convocar desde luego a los vecinos que pueden ser habidos para publicar y “jurar la constitución y nombrar un Ayuntamiento Constitucional. “Los firmantes esperan de V. S. sin perder momento esta rehabilitación y que “nos descubra sus intenciones y de sus luces a fin de reparar tan grandes desgracias y “lograr la repoblación de nuestra desgraciada Patria. Zubieta jurisdicción de la Ciudad de “San Sebastián ocho de septiembre de mil ochocientos trece.” Después de escrita, firmada y despachada la precedente carta, se volvió a conferir sobre las atroces circunstancias con que ha sido tomada la Plaza por los sitiadores, tratando a los habitantes de una Ciudad tan Patriótica, fiel y adieta a la gloriosa causa de la Nación mucho peor que si fuera enemiga; mas todos los individuos del Congreso, sofocaron sus resentimientos particulares, conociendo importaba mucho conservar la reputación de los aliados en un tiempo en que iban a entrar en el territorio enemigo y que perjudicaría a la causa de la Nación publicar en estas circunstancias su atroz y bárbara conducta. Sacrificando pues todo el Congreso unánimemente a favor del bien general toda reclamación sentida, fijó su atención y esperanzas en el invencible Lord Duque de Ciudad Rodrigo, para quien se dispuso y aprobó con entusiasmo la representación siguiente, que se encargó a los Señores D. José Ignacio de Sagasti, D. José María de Soroa y Soroa y D. Joaquín Luis de Bermingham la pusiesen en limpio y dirigiesen al Lord Duque, firmándola los tres en nombre de la Junta. “Excmo. Sr.: El Ayuntamiento de la Ciudad de San Sebastián y una gran parte “de sus principales vecinos se hallan reunidos en el Barrio de Zubieta, jurisdicción de la “misma Ciudad, con el objeto de acudir a cuantos medios pueda sugerir la imaginación “para el alivio de los desgraciados habitantes de ella. “Por un movimiento espontáneo y unánime se ha fijado la vista de los miembros “de esta Junta en el Héroe de la Nación, en el restaurador de la independencia de España, “en V. E. en fin de cuyas virtudes privadas dan tanto realce a su gloria militar. Nuestra “confianza en la grandeza de alma de V. E. es ilimitada y nuestro espíritu, aunque abatido, “no nos conducirá a la desesperación, si V. E. se digna protegernos con la generosidad “propia de su carácter. “El Congreso omitirá la relación detallada de los tristes acontecimientos de San “Sebastián desde el treinta y uno de Agosto hasta el día de hoy por no renovar el intenso “dolor que han debido causar en un corazón tan sensible como el de V. E. y se limitará a la “mención en grande de una espantosa catástrofe. “San Sebastián, Señor Excmo., ha padecido un saqueo horrible con los demás “excesos anejos a él, y un incendio de cerca seiscientas casas en el cual han consumido las “llamas el valor de más de noventa millones de reales. Este funesto accidente ha causado la “ruina de más de mil quinientas familias y ha reducido las siete octavas partes de ellas a la “desnudez absoluta y a la mendicidad en un País cuyos habitantes carecen de lo más “preciso aun para su propia subsistencia a resulta de haber sido ocupado por el enemigo “durante cinco años. “En medio de este caos de calamidades no se ha notado el menor síntoma de “tibieza en el constante Patriotismo que ha manifestado desde el año de mil ochocientos “ocho esta infeliz Ciudad. Si nuevos sacrificios fuesen posibles y necesarios no se vacilaría “un momento en resignarse a ellos. Finalmente si la combinación de las operaciones militares “o la seguridad del Territorio Español exigiese que renunciásemos por algún tiempo o para “siempre a la dulce esperanza de ver reedificada y restablecida nuestra Ciudad, nuestra “conformidad sería unánime, mayormente si como es justo, nuestras pérdidas fuesen “soportadas a prorrata entre todos nuestros compatriotas de la Península y Ultramar. “Moscow fue incendiada y experimentó grandes pérdidas. La Europa entera “conoce los felices efectos que produjo a la Rusia y a sus aliados esta enérgica resolución; “pero las pérdidas de Moscow han sido indemnizadas por todo el imperio Ruso y por la “generosa Nación Británica. Y ¿La infeliz Ciudad de San Sebastián, esta benemérita “Ciudad será abandonada a su desgraciada suerte? No: San Sebastián no reclama en vano “la protección del inmortal Duque de Ciudad Rodrigo: los justos clamores de los habitantes “de esta Ciudad serán transmitidos por el órgano de V. E. a nuestra Regencia, al Ministerio “Británico y a los corazones piadosos de esta ilustre nación y San Sebastián renacerá.” “Séanos permitido este feliz presagio inspirado por el alto concepto que tiene “formado el Orbe de la bellas cualidades que adornan a V. E. y permítasenos también el “reiterarle la triste situación de mil quinientas familias pobres de San Sebastián que andan “errantes sin asilo y sin pan. Somos con la más alta consideración de V. E. muy rendidos “servidores. Zubieta ocho de septiembre de mil ochocientos trece” Concluida la lectura de la Representación precedente, se ocupó la Junta en formar una memoria de todo lo ocurrido al tiempo del asalto y después que se apoderaron de la Plaza los aliados, con lo que informaron extensamente los Señores Alcaldes, Síndico, Presbítero Beneficiado D. Joaquín Santiago de Larreandi y otros varios vecinos que estaban dentro de la Plaza, y hallándose extendiendo dicha memoria, llegó aviso de que se había rendido esta mañana por capitulación el Castillo de la Mota, al que se retiraron los franceses el mismo día del asalto y para cuya expugnación no había permitido el fuego que abrasaba al Pueblo, tomar antes disposiciones activas. La Junta en vista de esta noticia se apresuró a felicitar al General Inglés Comandante de las tropas aliadas que ocupan la plaza de San Sebastián con un oficio que resolvió que lo llevase y entregase yo el Secretario acompañado de uno de los Alguaciles de la Ciudad que también se presentaron y dicho oficio se extendió en los términos siguientes: “El Magistrado de esa Ciudad de San Sebastián que se halla reunido en este “Pueblo de su Jurisdicción, acaba de saber con la mayor satisfacción que el Castillo de la “Mota se ha rendido. Cree de su deber felicitar a V. E. por este acontecimiento en que “interesa la causa común al mismo tiempo que su obligación le impele a preguntar a V. E. “si podrá trasladarse y tomar con libertad sus funciones a favor de la causa de la Nación y “de los habitantes. “A este fin se dirige a V. E. de cuya atención espera se sirva expresarle si podrá “disponer de los edificios, tanto de los que existan como de los derruidos y tomar en “cumplimiento de sus deberes las providencias que tenga convenientes al mayor bien de los “habitantes, sirviéndose V. E. expresarle el apoyo y auxilio que le dispensará de su parte. “Renueva a V. E. su respeto y ruega a Dios guarde a V. E. muchos años. Zubieta ocho de “septiembre de mil ochocientos trece.---Al Excmo. Sr. General Comandante de las tropas “aliadas en San Sebastián”. Con tanto se disolvió por hoy esta Junta, quedando convocados todos los señores concurrentes a esta misma casa de Aizpúrua por hallarse ocupada la Consistorial, para mañana a las nueve; y por mandato de la misma Junta firmé esta acta yo el Secretario. --Ante mí—Jph. Joaquín Arizmendi

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