CRONICA DE SURIO ALCAIN LA FIESTA DE SAN SEBASTIAN – ANTAÑO
15 de agosto de 1850
Tanto era el entusiasmo de los donostiarras por la fiesta de la Virgen, que la diversión y bullicio de este día empezaban antes de amanecer. Grupos de aficionados esperaban en Puerta de Tierra la llegada de los toros, que más tarde eran lidiados por Montes en la plaza de la Constitución.
Hecho el encierro, se disponían todos para asistir a los oficios divinos, porque entonces la parte más interesante de toda fiesta era la función religiosa y a ella atendía con entusiasmo el vecindario enviando colgaduras, sillas y arañas a Santa María, tanto para la Salve, que con música del inolvidable Santesteban se cantaban la víspera, como para la Misa mayor. Asistía a ésta el Ayuntamiento, procesionalmente, presidido por el alcalde, vestido de golilla, sombrero redondo con plumas, chupa, ricos encajes en cuello y puños, capilla y calzón corto, llevando en la enguantada mano el delgadísimo junquillo, signo de su autoridad; precedida la corporación con el clásico tamboril, clarineros y alguaciles.
Ocupaban también importante lugar en las fiestas de entonces las diversiones marítimas, que el Ayuntamiento tenía el buen gusto de organizar, porque en ellas el donostiarra satisfacía sus aficiones y el forastero que del interior venía, encontraba gran novedad y recreo, por ser cosas para él desconocidas. Con marineros de los mejores de la costa se disponían estos alardes náuticos, siendo el más agradable y útil, aparte de regatas, cucañas, etc., el que consistía en tender en la Concha una red de más de mil brazas, que se recogía al día siguiente con arrobas de pescados, que eran repartidos entre los pobres.
El Ayuntamiento celebraba lujosos bailes en sus salones y en los del consulado; la juventud de San Sebastián contribuía con entusiasmo a las fiestas reuniéndose en sociedades como “La Filarmónica”, que dejaba oír notabilísimos conciertos, organizaba corridas de toros sin idea de especulación y arreglaba comparsas de jardineros y espatadantzaris que bailaban la escudanza o carricadanza.
Todo concluía por la noche con el tamboril en la plaza, cecenzusco o toro de fuego e iluminación general de la ciudad.
Ángel Pirala
LA FIESTA DE SAN SEBASTIAN – OGAÑO
15 de Agosto de 1894.
Es el gran día de San Sebastián, la ciudad está de fiesta continua. Todo es en ella animación y alegría. Los trenes llegan repletos de viajeros. Las vecinas playas francesas y españolas quedan despobladas. Los balnearios de las cercanías ofrecen el tristísimo aspecto de invierno. La vida afluye a raudales por el puente de Santa Catalina. Surcan las azuladas e inquietas aguas del Cantábrico, buque de diversas clases con el mismo rumbo. Las estelas tienen su convergencia en la Concha. Las montañas repiten el estridente sonido de las sirenas que anuncian el feliz arribo. Los pasajeros saltan a tierra alborozados y contentos. En las boyas amarran esos galgos de mar que se llaman vapores y yatchs de recreo. Las músicas recorren la población. Las campanas de Santa María llaman a los fieles a la solemnidad religiosa. Se oyen notas producidas por la gaita y el tamboril, cuya eterna unión simboliza a las cuatro provincias hermanas.
Millares de personas discurren por las calles, siendo la Alameda la principal arteria de la población, Cuando, el sol tiene en casi todas las provincias de España alientos de fuego que causan la asfixia, guarda para San Sebastián mimos y dulzuras y envía luz a torrentes para que brillen más los esplendores de la fiesta de Nuestra Señora de la Asunción.
AL MEDIODIA
El paseo del Boulevard es la nota de color más hermosa que puede concebir la fantasía de mayores vuelos. La constituyen ojos azules como el cielo y negros como las penas más hondas; bocas llenas de gracia, en que se dibuja siempre la sonrisa; rostros que reflejan la placidez y felicidad de la juventud; diálogos vivos y apasionados que brotan del corazón de la ingenuidad y la vehemencia de los pocos años; elegancia sin igual y distinción soberana llevadas al derroche; alegría sin límites, luz cenital y raudales de armonías debidas al genio creador de los grandes maestros.
El cuadro es de primer orden. Venid a verlo, lectores míos, siempre que podáis.
A LAS TRES DE LA TARDE
El Café de la Marina es el punto de reunión para ir a los toros.
La animación se desborda y llena el Boulevard y las calles que a él afluyen. He visto en Madrid millares de veces la confusión que reina en la calle de Alcalá en las tardes de corrida. He ido a los toros a la plaza de Sevilla, tierra clásica de la sal y la gracia. En todas partes la fiesta nacional es la fiesta de la alegría.
Pero en San Sebastián llega la animación al más alto grado, porque solo hay en el año cuatro corridas, y el espectáculo se desea, y los franceses, que tanto nos critican, se vuelven locos por ver a Guerrita y a Mazzantini, los colosos del arte en estos tiempos.
Por delante de la Marina desfilan los carruajes. Es de rigor. Nadie va al circo taurino sin doblar la esquina de la calle Garibay, donde centenares de parroquianos se apiñan en torno de los veladores.
Las muchachas asoman sus preciosas caras entre los finos carruajes y los vistosos madroños de las clásicas mantillas.
Parece increíble que estando tan bonitas, renuncien luego con sobrada facilidad a esta nota de españolismo.
En todo el trayecto que conduce a la plaza ruedan los coches y predomina el ruido de cascabeles.
Ni el pelotarismo, ni juntas las fuerzas humanas acaban con la afición. Por las venas de los españoles circula sangre torera, lo mismo en Cádiz que en Madrid, lo mismo en Barcelona y Valencia que en Santander y San Sebastián.
EL CIRCO TAURINO
Ofrece conjunto abigarrado y muy vistoso. Las damas francesas presencian el espectáculo hasta en las barreras. Por eso tiene la plaza de San Sebastián especial fisonomía que la distingue de las demás.
El paseo de la cuadrillas produce siempre el delirio, y la suerte de varas, desmayos y accidentes que requieren el uso de sales. En los calderones de la gritería resuenan la gaita y el tamboril entonando la Jota Navarra o algún zorcico.
Mazzantini se ejercita en la lengua de Moliére dando gracias a nuestros vecinos, que le aplauden, y Guerrita oye piropos hasta en latín.
En las delanteras de gradas y en los palcos se ven caras lindísimas y atavíos elegantes de mil matices. En conjunto parecen un festón de flores. El público en general, revela mayor cultura que en otras plazas, aunque a veces las broncas son monumentales.
POR LA NOCHE
Sigue la alegría enseñoreándose de San Sebastián. Por todas partes se oyen los acordes de bandas y orquestas. El Gran Casino está de Gala y rebosa gente. Allí está el mundo elegante.
La fiesta no cabe en el suntuoso edificio y sale a la terraza.
En el Parque se aglomeran millares de personas para presenciar los fuegos artificiales y oír la música. El pueblo se divierte.
El Gran Casino es poderoso elemento de animación.
Cuando se entorna o se cierra, parece que la ciudad está en duelo.
De sus torrecillas surgen y brotan focos eléctricos que parecen los ojos de un monstruo. A sus vivísimos destellos se ve una población entregada al placer y a la risa. Así es a grandes rasgos San Sebastián el 15 de Agosto.
La concha tiene su hermosa e irisada `perla.
La perla es la ciudad.
B. AGUILAR
División de las manzanas en solares P A R R A F O III División de las manzanas en solares Por lo que antes hemos dicho sobre la dirección de las calles en la nueva población, se deduce que sus edificios quedarán bien orientados y resguardados por completo de los vientos más incómodos y nocivos. Conseguida esta ventaja era además necesario distribuir la edificación en manzanas y estas en solares, de manera que no resultasen grandes masas, dejando libre acceso en las habitaciones al aire, a la luz y al calor del sol, agentes indispensables para su salubridad y saneamiento. Para satisfacer a estas condiciones y teniendo en cuenta el perímetro destinado al ensanche, nos ha parecido que lo mejor sería reunir varios edificios con espaciosos patios centrales, de modo que por lo menos quede con dos fachadas libres siendo las otras dos medianerías. En las manzanas destinadas a la clase acomodada, podrían construirse ocho casas; cuatro de ángulo con una superficie de 360 metros cuadrados ca...
Comentarios
Publicar un comentario